¨No nos damos cuenta de que estamos en constante competencia personal y social, que hemos dejado de querernos y aceptarnos tal cual somos¨ 

Actualmente la sociedad nos impulsa a seguir ciertos estereotipos. Nos hace creer que si los alcanzamos seremos más felices y exitosos, ya que hoy, el valor de una persona se mide por cuan delgada es, qué tan ostentosa es su vida o cuántos seguidores tiene en sus redes sociales.

Sin embargo, esas superficialidades impactan negativamente en nuestra salud mental provocando: ansiedad, decepción, temor, vergüenza y que nos alejemos cada vez más de nuestra esencia. Estamos constantemente intentado corregir características de nuestra imagen, de nuestra forma de hablar y relacionarnos, todo por el simple hecho de sentirnos aceptados. No nos damos cuenta de que estamos en constante competencia personal y social, que hemos dejado de querernos y aceptarnos tal como somos.

Este es un tema es cada vez más relevante, dado que según Free Content existen estereotipos definido en la publicidad televisiva donde se potencia la idea de que “la mujer siempre tiene que verse bonita” o “el hombre tiene que ser fuerte y exitoso”, lo cual provoca problemas de autoestima e invalida emociones reales (Free Content, 2020). No obstante, la televisión no es el único medio de comunicación que promueve estos conceptos, también lo hacen las redes sociales.

Esto es preocupante, ya que We are social indica que casi la mitad de la población mundial las utiliza, es decir, cerca de 3.800 millones de personas están conectadas un promedio de 2 horas y 24 minutos al día  (We are social, 2020). Esto se traduce en posición constante, ansiedad por conseguir la mayor cantidad de Likes y seguir cuentas que exponen cánones de belleza ideales e inalcanzables. En pocas palabras nos aíslan de la realidad, disminuyen nuestros niveles de satisfacción y felicidad y, promueven sentimientos de soledad (Global Vision, 2016) haciéndonos creer que estamos conectados cuando en realidad estamos ausentes y dejamos de ser conscientes de nuestro presente. En otras palabras, nos alejan del concepto de amor propio, el cual se define como la “capacidad para apreciar lo que hacemos y valorar lo que somos” (Rodríguez, 2018).