A menudo escuchamos que es muy importante ponernos en el lugar de los demás y comprender el estado emocional de quienes nos rodean, dado que, la empatía, nos permite construir y mantener relaciones sociales. No obstante, muy poco se habla sobre la importancia de aprender a gestionar de manera adecuada las emociones que ello nos puede ocasionar, a fin de no comprometer nuestra propia salud física y mental cuando estamos acompañando a alguien que ha vivido una situación traumática.
Puede sonar extraño leer que la empatía te puede dañar, pero es así, todo en extremo puede ser perjudicial para nosotros, el personal del ámbito sanitario, bomberos, rescatistas entre otros profesionales involucrados en situaciones de emergencias y/o desastres que, estamos expuestos constantemente al sufrimiento emocional, psicológico o físico de otro/a ser humano, corremos el riesgo de experimentar los mismos síntomas y sensaciones que aquella persona que ha vivido una situación traumática, lo que se conoce como trauma vicario, estrés traumático secundario entre otros nombres. Toda vez que, al ponernos en el lugar de aquella persona que sufre es como si personalmente lo viviéramos, lo que puede ocasionar un desgaste emocional que afecte nuestro bienestar y calidad de vida.
Es fundamental tomar consciencia y reflexionar sobre esto, para implementar medidas que permitan prevenir la aparición de síntomas físicos, cognitivos, emocionales y conductuales o bien mitigar su impacto, de manera que, no nos impida seguir respondiendo a las demandas de la vida diaria y apoyar a quien lo necesita.
La autoconsciencia y el autocuidado tienen un rol muy importante dentro de esta historia, toda vez que, son estrategias que están bajo tu control y si las usas te permitirán enfrentar de mejor manera situaciones difíciles y/o estresantes. Igualmente, es fundamental aprender a desarrollar la compasión, puesto que ella no solo nos conecta con lo que le pasa a los demás, sino que nos moviliza a realizar una acción que contribuya para aliviar su sufrimiento, permitiéndonos tomar consciencia sobre nuestros límites y asumir nuestra responsabilidad, en lugar de quedarnos a absorber pasivamente el sufrimiento de los demás y terminar dañados.
Cuidarnos no significa que tengamos que evitar o bloquear el sentimiento de empatía, sino de entender que es necesario depositar nuestro tiempo y energía, en acciones que estén dentro de nuestras posibilidades, de modo que seamos un aporte en la vida de otros, pero sin que el dolor ajeno nos lastime.
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